jueves, 31 de diciembre de 2009

¡¡Feliz año 2010!!


Día 1, dia de Santa María, Madre de Dios.


La Solemnidad de Santa María Madre de Dios es la primera Fiesta Mariana que apareció en la Iglesia Occidental, su celebración se comenzó a dar en Roma hacia el siglo VI, probablemente junto con la dedicación –el 1º de enero– del templo “Santa María Antigua” en el Foro Romano, una de las primeras iglesias marianas de Roma. La antigüedad de la celebración mariana se constata en las pinturas con el nombre de “María, Madre de Dios” (Theotókos) que han sido encontradas en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma, donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa en tiempos de las persecuciones. Más adelante, el rito romano celebraba el 1º de enero la octava de Navidad, conmemorando la circuncisión del Niño Jesús. Tras desaparecer la antigua fiesta mariana, en 1931, el Papa Pío XI, con ocasión del XV centenario del concilio de Éfeso (431), instituyó la Fiesta Mariana para el 11 de octubre, en recuerdo de este Concilio, en el que se proclamó solemnemente a Santa María como verdadera Madre de Cristo, que es verdadero Hijo de Dios; pero en la última reforma del calendario –luego del Concilio Vaticano II– se trasladó la fiesta al 1 de enero, con la máxima categoría litúrgica, de solemnidad, y con título de Santa María, Madre de Dios. De esta manera, esta Fiesta Mariana encuentra un marco litúrgico más adecuado en el tiempo de la Navidad del Señor; y al mismo tiempo, todos los católicos empezamos el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María. María es modelo para todo cristiano que busca día a día alcanzar su santificación. En nuestra Madre encontramos la guía segura que nos introduce en la vida del Señor Jesús, ayudándonos a conformarnos con Él. En la oración colecta se nos invita a “experimentar la intercesión de aquella de quien hemos recibido a tu Hijo Jesucristo, el autor de la vida”.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Decreto de las enmiendas a las costituciones del Monasterio de Alcazar




El Monasterio de las Monjas de la Orden de la Inmaculada Concepción de Alcázar de San Juan, España, presentó la solicitud a la Sede Apostólica, para que fuera aprobado para dicho Monasterio el cambio de algunos artículos de las Constituciones Generales de la Orden, aprobadas el 22 de febrero de 1993 por esta Congregación con Decreto, Prot. n. R. 93-1/88.
La Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica, en atención al deseo expresado por el Monasterio de Alcázar de San Juan, considerando lo expuesto y diligentemente examinado cuanto a ello se refiere, aprueba y confirma para dicho Monasterio algunas modificaciones hechas el texto de las Constituciones Generales de la Orden.
Una copia del texto de las Constituciones de la Orden, con las modificaciones aprobadas por el presente Decreto para el Monasterio de Alcázar de San Juan, se conserva en el archivo de este Dicasterio.
Las Monjas del Monasterio observen las Constituciones como medio eficaz para responder con renovada fidelidad a su vocación y misión eclesial.
Sin que obste cosa alguna en contrario.
Dado en Roma, el día 8 de septiembre de 1996, fiesta de la Natividad de la B. Virgen María.






"Fieles a las directrices del Concilio, estas monjas han conseguido recuperar el carisma de nuestra madre Santa Beatriz y vivir tal y como ella dispuso. Ojalá y Dios quiera, muchos monasterios más, se adhieran a esta modificación de las constituciones, que tanto bien hacen a la Iglesia. Que a ejemplo de la sierva de Dios Madre Mercedes, vivan más plenamente ese deseo de ser cada día más como Maria,a ejemplo de su Santa e Inmaculada Concepción"

domingo, 27 de diciembre de 2009

Dia de la Sagrada Familia


Evangelio: Lc 2, 41-52 Sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y cuando tuvo doce años, subieron a la fiesta, como era costumbre. Pasados aquellos días, al regresar, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo advirtiesen sus padres. Suponiendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino buscándolo entre los parientes y conocidos, y al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en su busca. Y al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y preguntándoles. Cuantos le oían quedaban admirados de su sabiduría y de sus respuestas. Al verlo se maravillaron, y le dijo su madre:
— Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo, angustiados, te buscábamos. Y él les dijo: —¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Bajó con ellos, vino a Nazaret y les estaba sujeto. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Feliz Navidad


¡¡¡Feliz Navidad!!!

Exhortación de Navidad por Madre Mercedes

EXHORTACIÓN – KALENDA







“REX PACIFICUS”

1º El año pasado reflexionamos en esta exhortación de la Kalenda, algo sobre el himno de las I Vísperas de la Natividad del Señor, hoy lo haremos, con la ayuda de Dios, sobre la primera antífona de dichas Vísperas.
2º “Rex pacificus magnificatus est, cujus vultum desiderat universa terra”, así cantábamos y cantaremos esta tarde en las Vísperas, preparando en nuestro corazón el nacimiento del Hijo del Padre. ¡Rey pacífico, cuya presencia desea toda la tierra!
3º Pero, ¿cómo llamamos Rey a un Niño tan desconocido para el mundo, entonces, tan falto de todo, que tiene que ser “reclinado en un pesebre al nacer porque no había sitio para él y sus padres en la posada”? ¿Cómo le llamamos Rey?
4º Y sin embargo es Rey. Y cuando después de que Juan Bautista proclame cercano el Reino de Dios y el mismo Cristo lo anuncie diciéndonos que “se ha cumplido el tiempo y el reino de Dios en inminente”, tendremos que volver los ojos al Portal de Belén para interpretar este Reinado.
5º Porque aquel Niño que nació en Belén es el “Príncipe de la Paz”, el “Deseado de las Naciones”, el “Rey y Legislador de los pueblos”, el “Pastor de la casa de Israel”, el “Renuevo del tronco de Jesé” “ante quien los reyes enmudecen”, el “Cetro de la casa de Israel”, el “Resplandor de la luz eterna”, la “Sabiduría de Dios”, en fin, el “Rey de los que gobiernan”, “que se alza como un signo para los pueblos”.
6º Entonces, ¿por qué no aparece en su Nacimiento con las señales propias de los reyes? Es, porque Cristo es Rey de lo que no suelen serlo los de la tierra, o sus gobernantes.
7º Es, verdaderamente Rey, Rey primero de Sí mismo, y después de todas las cosas. Confrontémosle con los reyes terrenos, o los que hacen sus veces. Y veremos.
8º Los reyes de la tierra ostentan poder temporal, por medio de las armas. Ostentan grandeza, rodeándose de riquezas, comodidades, esplendor. Ostentan el dominio sobre los demás por medio de las leyes. Quedando, en fin, sometidos ellos a la violencia, al orgullo, a la superfluidad, en su generalidad.
9º De todo esto es de lo que es Rey Jesús. Porque en las pajitas nos demuestra que domina la sensibilidad de su cuerpecito sometiéndolo a la dureza de un pesebre y a la aspereza de unas pajas y por ello nos manifiesta así, que está sobre las comodidades, sobre el confort; las domina, es Señor de ellas.
10º El deseo de grandeza o poderío lo domina también tomando, para aparecer entre los hombres, la frágil figura de un Niño, y además pobre. Su palacio es un portal de animales, su cuna, un pesebre. Así se nos manifiesta superior a las riquezas, a la esclavitud de la superfluidad, superior a la prepotencia, porque podía haberlo hecho con esa grandeza terrena y no lo hizo.
11º Domina asimismo la tiranía de las leyes a veces inhumanas, sometiéndose, haciéndose dependiente del hombre. No se impone, sino que pide con el lenguaje más amoroso, tierno y débil, como son las lágrimas dulcísimas, el llanto de un niño, lo que necesita, lo poco que necesita para vivir, el alimento, los cuidados de su Madre. Su humildad domina el poderío, su paz, la violencia. Su amor domina la opresión.
12º Así, de este modo es Rey Jesús, Soberano de todo, dominador de la prepotencia humana, de la violencia o agresividad, del hedonismo. Y así impone la única ley de Dios, que es la del amor, entregándose a los hombres, a su servicio, humilde y pobre, amante hasta la entrega de la vida.
13º Así es Rey Jesús, porque es Rey por la vía que Dios quiere que lo sea el hombre, por la vía de la paz, que es la vía de la liberación del pecado, del mal. Por ello es “Rex pacificus”, porque es la figura de la santidad del Padre, el “sin pecado”, el pacificado y pacificador.
14º Pero para entender nosotros los humanos esto, hemos de poner empeño en entender y vivir la última parte del anuncio del Reino de Dios que nos hicieron Juan Bautista y Cristo, y que recogimos al comienzo de esta exhortación. Es el “convertíos” de Juan Bautista (Mt 3, 2) y el “Arrepentíos y creed en el evangelio”, de Jesús mismo (Mc 1, 15). Entenderlo y vivirlo. Es decir cambiar de mente.
15º Así, sí. Así sí entenderemos el Reino de Dios y que ese Niño dulcísimo que nace en Belén, que esperamos que nazca esta Noche en nuestro corazón es Rey.
16º Pero ha de preceder la “conversión”, el “arrepentimiento” por haber estado pensando y viviendo hasta ahora de espaldas al evangelio y, en realidad, de espaldas al Reino de Dios, de espaldas al mensaje, al reinado que nos trae este Pequeñín tan divino que esperamos.
17º Hemos de “arrepentirnos” y “convertirnos”. Cambiar de modo de pensar y vivir. Primero pedir perdón esta Noche al recibir a Jesús en la Comunión por no haberle entendido, y después pedirle su gracia para “entenderle” desde ahora y, vivirle. Rendirle nuestro corazón a sus pies, como a Rey nuestro querido, “deseado”, como canta la antífona.
18º Y decirle que para nosotras desde ahora ya es grande lo que fue grande a sus ojos, la humildad, la sencillez, la dulzura, la pobreza, la entrega, el amor. Y que es ruin y mísero la soberbia, la prepotencia, la agresividad, la comodidad, el egoísmo, la falta de amor.
19º Y digámosle a María que por el gozo que tuvo al estrechar entre sus brazos a su Hijo y su Dios nacido de su seno bendito, nos conceda esa gracia de sentir, amar y vivir como Ella y su Hijo sintieron, amaron y vivieron esta Noche Santa y toda su vida. Esa Noche Santa de cielo en la que se inauguró el reinado de Dios en la tierra. El reinado de la no violencia; el reinado del amor; el reinado de la santidad del Padre; el reinado de paz de los humildes de corazón proclamado aquella Noche por los Ángeles: “Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor”, a los de buena voluntad, de buen corazón, sencillo y humilde.
20º En esto es glorificado el Padre. Por ello, cuando queramos interpretar el Reino de Dios que nos anuncia el Evangelio, no pongamos los ojos en esas figuras de Cristo que nos han hecho los hombres donde nos lo muestran sentado en un trono con las insignias reales que usan los reyes de la tierra. No. Sino con las insignias reales que le puso Dios, su Padre y con el trono que le preparó su Padre, que son: el pesebre, las pajas, el buey y la mula, o los pañales y el regazo de su Madre dulcísima. Éste sí, así, chiquitín.
21º Éste es el “Rex pacificus” que canta y ha cantado la Iglesia durante veinte siglos, y que los Profetas habían anunciado siglos antes. A éste es al Rey que hemos de reconocer como verdadero, no a otro. Y entenderlo bien, para vivirlo bien, de modo que él pueda mirarnos esta Noche con esos ojitos de estrellas y sonreírnos con la paz de Dios en su boca divina. Y María nos vea de verdad concepcionistas, hijas de este reinado de amor y paz.Así sea.

MADRE MERCEDES DE JESÚS

domingo, 6 de diciembre de 2009

Feliz dia de Maria Inmaculada

Oración a Maria Inmaculada por Juan Pablo II

"Establezco hostilidades entre ti y la mujer... ella te herirá en la cabeza" (Gen 3, 15).
Estas palabras pronunciadas por el Creador en el jardín del Edén, están presentes en la liturgia de la fiesta de hoy. Están presentes en la teología de la Inmaculada Concepción. Con ellas Dios ha abrazado la historia del hombre en la tierra después del pecado original:
"hostilidad": lucha entre el bien y el mal, entre la gracia y el pecado.
Esta lucha colma la historia del hombre en la tierra, crece en la historia de los pueblos, de las naciones, de los sistemas y, finalmente de toda la humanidad.
Esta lucha alcanza, en nuestra época, un nuevo nivel de tensión.
La Inmaculada Concepción no te ha excluido de ella, sino que te ha enraizado aún más en ella.
Tú, Madre de Dios, estás en medio de nuestra historia. Estás en medio de esta tensión.
Venimos hoy, como todos los años, a Ti, Virgen de la Plaza de España, conscientes más que nunca de esa lucha y del combate que se desarrolla en las almas de los hombres, entre la gracia y el pecado , entre la fe y la indiferencia e incluso el rechazo de Dios.
Somos conscientes de estas luchas que perturban el mundo contemporáneo. Conscientes de esta "hostilidad" que desde los orígenes te contrapone al tentador, a aquel que engaña al hombre desde el principio y es el "padre de la mentira", el "príncipe de las tinieblas" y, a la vez, el "príncipe de este mundo" (Jn 12, 31).
Tú, que "aplastas la cabeza de la serpiente", no permitas que cedamos.No permitas que nos dejemos vencer por el mal, sino que haz que nosotros mismos venzamos al mal con el bien.Oh, , Tú, victoriosa en tu Innmaculada Concepción, victoriosa con la fuerza de Dios mismo, con la fuerzaz de la gracia.Mira que se inclina ante Ti Dios Padre Eterno.Mira que se inclina ante Ti el Hijo, de la mima naturaleza que el Padre, tu Hijo crucificado y resucitado.Mira que te abraza la potencia del Altísimo: el Espíritu Santo, el Fautor de la Santidad.La heredad del pecado es extraña a Ti.Eres "llena de gracia".Se abre en Ti el reino de Dios mismo.Se abre en Ti el nuevo porvenir del hombre, del hombre redimido, liberado del pecado.Que este porvenir penetre, como la luz del Adviento, las tinieblas que se extienden sobre la tierra, que caen sobre los corazones humanos y sobre las consciencias.¡Oh Inmaculada!"Madre que nos conoces, permanece con tus hijos".Amén.
Plaza de España, 8 de diciembre de 1984

Adviento . Meditación Madre mercedes


TERCERA MEDITACIÓN:
¡¡ORACIÓN!!
Lectura: Isaías, 45,15-17 y 19
Reflexión
1º ¿Qué Mesías esperamos? ¡“Es verdad, tú eres un Dios escondido”!
2º La Palabra de Dios conmueve siempre nuestras actitudes. Hoy cuestiona nuestra oración personal al preguntarnos por nuestra actitud de espera, que refleja nuestra actitud oracional.
3º ¿Qué Mesías esperamos? ¡No sea que nos quedemos vacías sin Él! Que nos suceda, después de este tiempo de preparación a su Venida que estamos viviendo, lo que le ocurrió a su Pueblo, que no le reconoció: “Vino a los suyos y los suyos no le recibieron”, no le entendieron y quedaron desorientados… esperando, esperando hasta hoy, al Mesías que se habían forjado, no al verdadero.
4º Aquí está la clave de nuestro acierto en la oración. Buscar. Esperar… recibir en ella al Dios verdadero, al Mesías que viene a restaurar el interior del hombre, a transformarlo en su misma imagen, no en otra.
5º ¿Qué Mesías esperamos en nuestro Adviento, en nuestra oración? ¿Qué Mesías esperamos ahora y a lo largo de nuestra experiencia de Él? ¿Esperamos siempre al Mesías que es, en verdad, un Dios escondido y que para recibirle, esperarle, hay que buscarle en su mismo escondite? ¡En el suyo, no en el nuestro. En la pobreza y anonadamiento, en el de la humildad, en el de su modo generoso de amar, no en el de nuestra aparente pobreza, despojo, humildad y amor!
6º Buscarle en el escondite profundo de su ser inmolado, vacío de gustos, honras y criterios humanos. Buscarle en el escondite de la puerta estrecha y camino angosto, que encuentran tan pocos. No en el de la puerta ancha, vida de sentidos y apetencias que lleva a la perdición.
7º Buscarle en la aridez de la oración, en la oscuridad de la fe. Buscarle, esperarle en su escondite pequeño y amoroso en el que le redujo su amor al Padre y a los hermanos, en donde escondió su divinidad para hacerse más accesible, más funcional al amor de los hombres y a la obediencia o sacrificio de su ser, de su voluntad. ¡No en la aparente suntuosidad de nuestra soberbia o egoísmo, que nos distancia o sitúa lejos de la Hermana!
8º Buscarle, en fin, en la sencillez de una cueva, en la sonrisa de un niño, no en nuestra suficiencia, que será tanto más disparatada, cuanta menos sea nuestra profundidad religiosa, nuestra experiencia de Dios.
9º No nos desorientemos como el pueblo judío. No perdamos el tiempo de Preparación ahora y en nuestra oración después, esperando un Mesías falso.
10º ¡No busquemos a Dios en el vacío! ¡No esperemos a un ídolo! ¡Renovemos nuestra actitud de espera y de oración para que no nos avergoncemos ni nos sonrojemos nunca jamás! ¡Nos lo dice el Señor! Recibámosle como es, para que seamos salvadas y salvemos a los demás con una salvación perpetua. Así sea.