La Inmaculada Concepción de María es patrona de España, del arma de infantería y varios cuerpos castrenses
El próximo día 8 de este mes de diciembre, la Iglesia Católica celebra solemnemente la fiesta de la Concepción Inmaculada de María, misterio históricamente defendido por nuestras antiguas universidades, por nuestros teólogos y santos, hermosamente representado por nuestros pintores y escultores, bellamente expresado por nuestros poetas y literatos y proclamada María Inmaculada por el Estado español como Patrona de España, del Arma de Infantería y de varios Cuerpos, tales como, Estado Mayor, Cuerpo Eclesiástico y Cuerpo Jurídico del Ejército.
El 8 de diciembre de 1854 el papa Pio IX manifestaba solemnemente en la basílica vaticana de San Pedro de Roma mediante la bula Ineffabilis Deus: “Declaramos y definimos que es doctrina revelada por Dios, la que sostiene que la Beatísima Virgen María en el primer instante de su Concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente y en previsión de los méritos de Jesucristo, fue preservada e inmune de todo pecado original”.
Tres años después, el 8 de diciembre en 1857, dicho Papa visitaba la embajada de España, en Roma, y pronunciaba el siguiente discurso: “Señor embajador, vengo con íntima satisfacción a visitar esta embajada española, y a bendecir el monumento de la Virgen Inmaculada en esta plaza de España, y declaro que vuestra gloriosa nación tiene hoy muy merecido derecho a esta distinción, porque fue España, la nación, que por sus reyes y por sus teólogos, trabajó más que nadie para que amaneciera el día de la proclamación del dogma de la Concepción Inmaculada de María”. A continuación, bendice dicho monumento que él había ordenado levantar en la plaza de España de la ciudad de Roma para conmemorar dicha efemérides, donde María Inmaculada se eleva sobre un pedestal pura como un pensamiento de Dios, y hermosa como los ideales divinos.
La Historia de España relata que nuestros reyes, teólogos, artistas, literatos, ejércitos y pueblo creyeron, esperaron y amaron a Inmaculada Concepción de María. El rey visigodo Ervigio declara su fiesta como ley de Estado. El rey Fernando III, el Santo, llevaba pintada su imagen en su estandarte. Los reyes, Jaime I, el Conquistador, y Juan I de Aragón ordenaron celebrar su fiesta en todos sus reinos. Los Reyes Católicos enviaron nueve embajadas a Roma rogando al Papa definiese la Concepción Inmaculada de María como dogma de fe católica. El rey Felipe II mandó grabar su imagen en su escudo real.
A petición unánime de las Cortes Generales Españolas, el rey Carlos III solicita a la Santa Sede que la Inmaculada Concepción de María sea proclamada Patrona de España. El papa Clemente XIII la proclama Patrona de España mediante la bula “Quantum Ornamenti”, de fecha 25 de diciembre de 1760. Anteriormente, las viejas universidades de Salamanca, Alcalá de Henares, Granada, Zaragoza, Valladolid y Valencia, los teólogos y santos españoles defendieron y festejaron la Concepción Inmaculada de María como dogma de fe cristiana. Concretamente, el sabio y celoso gallego Rodrigo de Padrón, arzobispo de Santiago de Compostela, a principios del siglo XIV, ordenaba que el cabildo de la iglesia basílica catedral del apóstol Santiago celebre solemnemente la fiesta de la “Purísima Concepción de María” en el día 8 de diciembre, y recen la “Salve” después de las completas durante todos los días del año, a excepción de las fiestas mitradas y de los días de Semana Santa y Pascua.
La creencia y amor de los ciudadanos españoles a la Inmaculada Concepción de María está manifestada en su culto y en su gran veneración popular, que aparece bellamente expresada y representada en las ocho pinturas de Murillo, en las de Rivera, de Juan de Juanes, en tantas y tantas tallas y pinturas artísticas bellísimos que hay en catedrales, parroquias, templos, conventos, santuarios y ermitas de España, y así como en la poesía y literatura españolas de nuestros poetas y literatos, desde Gonzalo de Berceo, a Zorrilla y a Gabriel y Galán. Por eso, el 6 de diciembre de 1983, el papa Juan Pablo II pudo exclamar en su vista a Zaragoza: “El amor Mariano ha sido en vuestra historia fermento de catolicidad; y ha impulsado a las gentes de España a una devoción firme y a la defensa intrépida de la grandeza de María, sobre todo en su Inmaculada Concepción”. Más tarde, el 10 de octubre de 1984, nos recordaba en su breve estancia, también, en Zaragoza, de paso para América: “Decir España, es decir María, porque es decir el Pilar, Covadonga, Aranzazu, Valvanera, Guadalupe, los Desamparados, Lluch, Fuentesanta, las Angustias, los Reyes, el Rocío, la Candelaria, el Pino”…; y tantas y tantas otras, como los Milagros, los Remedios, el Rosario….
Por su parte, el arma de Infantería Española junto con los Cuerpos de Estado Mayor, Jurídico y Eclesiástico consideran a la Inmaculada Concepción de María como su querida Patrona, celebrando grandemente su fiesta, el día 8 de diciembre, en recuerdo del valiosísimo auxilio que ella prestó al Tercio del maestre de campo, Francisco de Bobadilla, el 7 de diciembre de 1585, en la isla de Bombel, Países Bajos (Holanda), estando bloqueado por la escuadra enemiga del almirante Holak. En recuerdo de hecho milagroso, el 12 de noviembre de 1892, el general Azcárraga, ministro de la Guerra, siendo doña María Cristina, regente de España, firmaba un decreto en la Gaceta de Madrid, por el que proclamaba Patrona de Infantería a la Concepción Inmaculada de María, a instancias del inspector general de Infantería, Fernando Primo de Rivera, que expresaba el sentir de dicha Arma. Posteriormente, a petición de los ministros de las Fuerzas Armadas de España, la Santa Sede concedió el patronazgo de María Inmaculada a los Cuerpos Eclesiástico, Jurídico y de Estado de Mayor del Ejército de Tierra.
Quisiera terminar con unos versos que me salen de lo íntimo de mi corazón: “Maria, Madre Inmaculada, yo que amo a mi tierrra, Galicia, en la que he nacido, te doy gracias por todo, por la sangre que llevo, por la fe cristiana que tengo, por la salud, paz y amor que me has dado, por la lengua castellana y gallega que hablo, por el sentir, querer y amar a España y por la dulce esperanza cristiana de un mañana de gloria en reino eterno de los Cielos”.
A Coruña, 5 de diciembre del 2011
Fuente: http://revistaecclesia.com/content/view/30845/1/
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