BREVES MEDITACIONES PARA EL TIEMPO DE ADVIENTO
MADRE MERCEDES DE JESÚS EGIDO
MONASTERIOO DE ALCÁZAR DE SAN JUAN
MEDITACIÓN PRIMERA
¡¡Concilio!!
Lectura: Se toma del libro del oficio de la Lectura del lunes de la primera semana desde el comienzo, solo el primer punto.
Reflexión:
1º El año litúrgico cristiano que comienza con el Adviento, rememora u revive el Plan divino de la Salvación, desde la Creación hasta la Encarnación de Dios, y desde ésta, hasta la venida del Señor, (Parusía.
2º ¡El Adviento ha comenzado ya!
Ha comenzado pues nuestro trabajo.
En este tiempo la Iglesia quiere de nosotras, ¡nos pide!, más recogimiento, más silencio para dedicarnos más intensamente a la reflexión más profunda de la palabra de Dios.
3º Se acentúa el adverbio más, más. ¡Es el tiempo!
4º Nos pide más penitencia también para prepararnos al “cambio” de vida que exige la aceptación del Dios que esperamos y que viene a “habitarnos”.
5º Cuando nos disponemos a recorrer de nuevo esta Historia de la Salvación, a recorrerlo con el Dios que nos salva, hemos de provocar en nosotras un “cambio”de mente, una “conversión” interior, una “transformación” íntegra, radical de la voluntad y del corazón hacia la fidelidad a nuestros compromisos religiosos.
Provocar el “cambio” desde Dios mismo, sintonizadas con Él, para ver con más claridad lo que nos falta, la urgencia de la necesidad del cambio interno y externo.
6º Examinemos, pues, cuestionadas por la Palabra de Dios que nos transmitido Isaías:
¿Somos fáciles en descargarnos de nuestros esquemas mentales que nos reafirman en nuestras actitudes religiosas sin admitir que necesitamos cambio de conducta?
7º La Palabra de Dios nos ha dicho: ¡ Cómo se ha vuelto una ramera la Villa fiel!
Esta afirmación divina nos cuestiona:
¿Hemos mantenido intocables nuestros compromisos, nuestro primer amor?
¿Nuestra conducta interna y externa coincide con la mente de Dios, con su modo de actuar?
¿Estamos convencidas, podríamos asegurar, que no necesitamos “cambio”, que no nos hemos “prostituido” porque nuestra actuación coincide con la actuación o santidad de Dios?
¿No hay nada que rectificar en nuestro interior que no coincida con el modo de ser de Dios? Entonces….
Si esto no lo podemos asegurar, ¿Qué hacemos, pues que no “cambiamos”? Entonces….
¿Para cuándo queremos dejar el cambio, la conversión?
¿Nos parece que Dios no merece el esfuerzo personal que supone la superación de nuestras actitudes, el avance o progreso hacia la transformación el Él de nuestro ser?
8º Que estas reflexiones nos preparen el corazón para el “cambio” que Dios quiere hacer en nosotras en este tiempo de Adviento.
Que creamos en su Palabra, en esa Palabra que nos afirma que si necesitamos cambio para parecernos a Él, para que nuestro amor se parezca al suyo.
9º Que le creamos y le dejemos hacer para que nos cambie el corazón y así podamos “aceptar” su Venida, “recibirle” como es, para “vivirle” como Es. Así sea.
MADRE MERCEDES DE JESÚS EGIDO
MONASTERIOO DE ALCÁZAR DE SAN JUAN
MEDITACIÓN PRIMERA
¡¡Concilio!!
Lectura: Se toma del libro del oficio de la Lectura del lunes de la primera semana desde el comienzo, solo el primer punto.
Reflexión:
1º El año litúrgico cristiano que comienza con el Adviento, rememora u revive el Plan divino de la Salvación, desde la Creación hasta la Encarnación de Dios, y desde ésta, hasta la venida del Señor, (Parusía.
2º ¡El Adviento ha comenzado ya!
Ha comenzado pues nuestro trabajo.
En este tiempo la Iglesia quiere de nosotras, ¡nos pide!, más recogimiento, más silencio para dedicarnos más intensamente a la reflexión más profunda de la palabra de Dios.
3º Se acentúa el adverbio más, más. ¡Es el tiempo!
4º Nos pide más penitencia también para prepararnos al “cambio” de vida que exige la aceptación del Dios que esperamos y que viene a “habitarnos”.
5º Cuando nos disponemos a recorrer de nuevo esta Historia de la Salvación, a recorrerlo con el Dios que nos salva, hemos de provocar en nosotras un “cambio”de mente, una “conversión” interior, una “transformación” íntegra, radical de la voluntad y del corazón hacia la fidelidad a nuestros compromisos religiosos.
Provocar el “cambio” desde Dios mismo, sintonizadas con Él, para ver con más claridad lo que nos falta, la urgencia de la necesidad del cambio interno y externo.
6º Examinemos, pues, cuestionadas por la Palabra de Dios que nos transmitido Isaías:
¿Somos fáciles en descargarnos de nuestros esquemas mentales que nos reafirman en nuestras actitudes religiosas sin admitir que necesitamos cambio de conducta?
7º La Palabra de Dios nos ha dicho: ¡ Cómo se ha vuelto una ramera la Villa fiel!
Esta afirmación divina nos cuestiona:
¿Hemos mantenido intocables nuestros compromisos, nuestro primer amor?
¿Nuestra conducta interna y externa coincide con la mente de Dios, con su modo de actuar?
¿Estamos convencidas, podríamos asegurar, que no necesitamos “cambio”, que no nos hemos “prostituido” porque nuestra actuación coincide con la actuación o santidad de Dios?
¿No hay nada que rectificar en nuestro interior que no coincida con el modo de ser de Dios? Entonces….
Si esto no lo podemos asegurar, ¿Qué hacemos, pues que no “cambiamos”? Entonces….
¿Para cuándo queremos dejar el cambio, la conversión?
¿Nos parece que Dios no merece el esfuerzo personal que supone la superación de nuestras actitudes, el avance o progreso hacia la transformación el Él de nuestro ser?
8º Que estas reflexiones nos preparen el corazón para el “cambio” que Dios quiere hacer en nosotras en este tiempo de Adviento.
Que creamos en su Palabra, en esa Palabra que nos afirma que si necesitamos cambio para parecernos a Él, para que nuestro amor se parezca al suyo.
9º Que le creamos y le dejemos hacer para que nos cambie el corazón y así podamos “aceptar” su Venida, “recibirle” como es, para “vivirle” como Es. Así sea.
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