“Vosotros todos, los que pasáis por el
camino mirad y ved si hay dolor como el dolor que me atormenta” (Lam 1,11s).
“¿A
quién te compararé? ¿A quién te haré semejante, oh hija de Jerusalén? Grande
como el mar es tu quebranto, ¿quién te podrá curar? (Lam 2,13).
¿Dónde
podría buscar consuelo María ante su Hijo muerto? ¿Dónde, si Él era su Vida?
¡Sólo
en el silencio... pues que ya sólo el silencio le quedaba en común con Él...! Y
sólo el silencio era capaz de consagrar sus sentimientos...
¡Madre
mía, que yo sepa rendir mis afectos, todos mis afectos, en silencio, ante la
urgencia de santidad de mi vocación consagrada! ¡Que sólo busque a Dios en
ellos!
( De la Sierva de Dios Madre Mercedes de Jesús Egido)
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