En el 150 aniversario de la definición del Dogma de la Inmaculada Concepción de María
Santa Beatriz de Silva y María Inmaculada
Lee…, piensa… Porque es mucho lo que tiene que decirnos la Virgen en este aniversario de su santidad original. Ella nos recuerda nuestra creación sin pecado…, nos revela de dónde venimos y a dónde vamos... Si profundizamos en el misterio de su Concepción inmaculada, descubrimos nuestras raíces santas…, que son Dios, porque lo que el Padre salvó en ella por la redención de Cristo es lo que Él nos dio y la raza humana malogró por el pecado original, que nos separó de Dios. En esto consiste el misterio de la Concepción santísima de María, en que ella goza lo que nosotros perdimos. Es la exenta del pecado original, y por ello siempre santísima y amiga de Dios.Por eso, contemplándola, descubrimos la belleza de nuestra creación, cómo fuimos creados por Dios a su imagen y semejanza para la santidad y el amor, y además nos da la certeza de que tenemos poder para vivir así, en la santidad y en el amor, porque "la misma gracia de la redención de Cristo que a Ella la preservó del pecado original, en nosotros se convierte en fuerza santificante que nos limpia de él y nos preserva de caer en otros", nos dice Juan Pablo II en una de sus catequesis sobre la Inmaculada. Creerlo y vivirlo es posible. La mediación de María nos ayuda.Un testimonio claro de ello es la Fundadora de la Orden Concepcionista - Santa Beatriz de Silva. Contemplando a María, ella pudo desengancharse de cuanto le impedía parecerse a ella y fundar la Orden de su Concepción santísima casi cuatro siglos antes de la definición del dogma. El Papa Pablo VI nos la define así: "Beatriz es una gozosa experiencia de Dios en la límpida transparencia del espíritu". Y añade: "En el nombre de María Inmaculada está encerrado el secreto de la experiencia espiritual y santidad de santa Beatriz de Silva". Ésta es la reserva espiritual y el reto para sus seguidoras, las almas Concepcionistas. De la contemplación profunda del misterio de la Inmaculada, fluye, como de su fuente, el amor, la armonía, la paz, la trascendencia, la no violencia. Fuerza santificante que aglutina y nos ayuda alejarnos del pecado y acercarnos a la virtud, a Dios. Nos hace tomar conciencia, desde el silencio de nuestro interior, de nuestra gran misión, que es, mediante la oración, la ascesis y la imitación de la sin pecado y su culto, ayudar a la Humanidad a la consideración de su principio santo, que es Dios, a su conocimiento y amor. Deseable tarea para que el hombre de hoy vuelva a encontrarse consigo mismo, con lo que es por divino querer."Beatriz –nos dice también Pablo VI– nos invita a mirar a María Inmaculada, seguir su ejemplo e invocar su protección". Porque la Virgen quiere que sus hijos retornen al que les dio la existencia, a su Padre y Creador, para que avancen en su pacificación interna y externa. ¿Objetivo fascinante? Sí. Pero no imposible si hay muchas almas generosas que, superando lo incomprensible, se consagren a Dios en el claustro para esta gran misión de la Iglesia, tan urgente en el mundo actual y/o en la vida familiar según el querer de Dios."El radicalismo del testimonio de Beatriz –vuelve a decirnos el Papa– es una sacudida para nuestra pereza". La Iglesia nos necesita, te necesita. Y María Inmaculada también.Pregúntate: ¿No seré yo llamada a esta gozosa misión de paz y amor, de santidad en la Iglesia, consagrándome a Dios por María Inmaculada para el retorno del hombre a Dios?Consangrándome a Dios, en un compromiso de conversión de costumbres em mi vida personal, familiar y social, pasando a ser testimonio vivo del Evangelio al estilo de María, la Inmaculada...
M.Mercedes Egido oic