
(Astor Brime)
En Toledo florecían por esta época numerosos monasterios de todas las principales Órdenes, especialmente cistercienses, dominicas y clarisas. Beatriz escogió el monasterio cisterciense de Santo Domingo el Real (o vulgarmente también ‘El Antiguo’); Y más tarde elige la Regla del cister para la erección de su Monasterio al no le ser permitida regla propia, por entonces.
En este vetusto solar de Toledo buscó Beatriz su casita de Nazaret, como ‘señora de piso’, y en él vivió treinta años dedicados a la oración. A la mortificación y vida retirada unía la práctica de la oración prolongada y una liberalidad magnánima para emplear todos sus bienes en dar culto a Dios y socorrer al pobre. Con sus rentas entre otras cosas, favoreció también a cuantos pobres solicitaron su ayuda. Con el trabajo de sus manos, hilando o bordando, santificó también los ratos libres.
En estos años fue madurando ‘el proyecto’ que la Virgen le había encargado en Tordesillas. Por la novedad y audacia de su proyecto y los riesgos que comportaba, no fue nada fácil. Por estos días, sí, reinaba un ambiente cada vez más popular en torno a la defensa de tal misterio mariano. Las universidades, las instituciones, las ciudades, los príncipes y personas particulares, hacían voto especial de defender este misterio. Los pintores, trovadores y poetas cantaban las glorias de la Inmaculada desde muchos siglos anteriores.
En 1436 el Concilio de Basilea estuvo a punto de se definir el dogma de la Inmaculada Concepción. Y aunque desde los principios esta doctrina estaba arraigada en la Iglesia, ahora los Teólogos seguían divididos entre “maculistas” e “inmaculistas” desde el siglo XII. El proyecto de Beatriz era entonces un gran desafío, pues significaba dar por enteramente segura, y definitivamente triunfante, una doctrina teológica que a la sazón era aún muy apasionadamente discutida. Y durante 30 años todo fueron dificultades e impedimentos para Beatriz.Mientras tanto la Providencia iba preparando los acontecimientos para que Isabel la Católica se interesase por la fundación de la Orden Concepcionista. Había sido proclamada reina en 1474.En todos estos años turbulentos, en medio de campañas guerreras, cuando la reina venía a Toledo buscaba tiempo para ir a conversar con Beatriz, la dama que la había mecido en sus brazos cuando niña.
En 1479, ‘con la ayuda de Dios y de la gloriosa Virgen María, su Madre’, se firmó la paz definitiva entre Castilla y Portugal. Esto pudo ser un motivo especial para que la Reina Católica, tan devota de la Inmaculada, apoyase la fundación de la Orden Concepcionista, que la Virgen había confiado a Beatriz. Por estos años ‘se dice que se le apareció (a Beatriz) la Madre de Dios otra vez, distinta de la referida del cofre, volviéndola a mostrar cómo había de ser el hábito que traerían sus monjas’.Isabel la Católica concertaba con Beatriz la donación de unas casas de los palacios reales de Galiana, junto a la muralla norte de Toledo. Le donaba también la capilla adjunta, dedicada a Santa Fe por la reina Doña Constanza, esposa de Alfonso VI. El nombre de esta santa francesa decía muy bien con la fe que había demostrado Beatriz desde que salió de Tordesillas. Isabel la Católica se serviría del patrocinio de esta misma Santa en la conquista de Granada, con una fe paralela a la de Beatriz.Ahí se instala Beatriz en 1484, transformando el local en un ‘Beaterio’, con doce compañeras instruidas, ilusionadas y contagiadas por su vida, ejemplo y espíritu durante los años anteriores. Entre ellas una sobrina suya - Felipa de Silva. ‘En esta casa tan desacomodada entró con gran alegría, y dio orden de irla fabricando al modo necesario para que pudiese ser Monasterio’.Cinco años después, la aprobación de la Orden, pedida al Papa por mediación de la Reina Católica, era firmada por Inocencio VIII el 30 de abril de 1489. En este mismo día se presentó en el torno del Monasterio de Santa Fe un personaje misterioso, preguntando por doña Beatriz de Silva y comunicándola la firma de la bula por el Papa. ‘De esta manera lo supo ella en Toledo, cuando se otorgó en Roma, por revelación divina y creyó, sin duda, que este mensajero era San Rafael, porque desde que supo decir el Avemaría le había sido muy devota y le rezaba cada día alguna cosa en especial’.
Tres meses más tarde llega a Toledo la noticia de que la bula se había ido al fondo del mar, por haber naufragado la nave donde venía. ‘De esto recibió grandísima tristeza... Al cabo de tres días fue abrir un cofre para cierta cosa necesaria, y, no sin mucha maravilla, halló allí la dicha bula encima de todo’. Toda la ciudad de Toledo se asoció con gran júbilo a la procesión en que se trasladó la ‘bula del milagro’ desde la catedral al Monasterio de Santa Fe. Tuvieron lugar todos estos festejos en los primeros días del mes de agosto de 1491. Actuó en la procesión, misa pontifical y sermón el obispo de Guadix, Francisco García de Quijada, y anunció que a los quince días tendría lugar en la capilla de Santa Fe la toma de hábitos y velos por Beatriz y sus compañeras.
Pero... “a los cinco días, estando puesta en muy devota oración en el coro, le apareció la Virgen sin mancilla..., la cual le dijo: ‘Hija, de hoy en diez días has de ir conmigo, que no es nuestra voluntad que goces acá en la tierra de esto que deseas’». El mismo día 17 de agosto, que se había acordado para la toma de hábitos, tuvo lugar la tranquila muerte de Beatriz. El mismo padre confesor le impuso el hábito y velo concepcionistas y recibió su profesión religiosa.
‘Al tiempo de su muerte fueron vistas dos cosas maravillosas: la una fue que, como le quitaron del rostro el velo para darle la unción, fue tanto el brillo que de su rostro salió que todos quedaron espantados; la otra fue que en mitad de la frente le vieron una estrella, la cual estuvo allí puesta hasta que expiró, y daba tan gran luz y resplandor como la luna cuando más luce’.
Su fama de santidad era ya un fenómeno en vida. El afán por poseer la reliquia de su cuerpo, como se vio, nada más expirar, es una buena prueba de ello.
El año 1924 el papa Pío XI confirmó el culto inmemorial tributado a Beatriz como a Beata, con lo que nuevamente podía recibir culto público después de las normas prohibitivas de Urbano VIII en el siglo XVI. Reanudada la causa de canonización por Pío XII, fue canonizada solemnemente el 3 de octubre de 1976. El espíritu de Beatriz sigue presente en el mundo por su Orden con mas de 160 Monasterios de Monjas, Congregaciones Religiosas y Comunidades laicales, que han recogido esta experiencia del Espíritu Santo, vivida por Santa Beatriz en cuanto Fundadora, y transmitida a todos sus seguidores.